
Partes de la Eucaristía basado en : El Calvario y la Misa. Un Auxiliar del Misal
Autor: M. R. Monseñor Fulton John Sheen
Todas las muertes que los hombres recuerdan, ninguna fue más importante que la muerte de Cristo, cualquier otro nacido en el mundo vino a él para vivir, Nuestro señor entro en él para morir. El mismo nos dijo que había venido al mundo a dar su vida para la redención de muchos.
El memorial fue instituido la noche antes de su muerte; LA ULTIMA CENA. Dio el divino encargo a su Iglesia: HACED ESTO EN CONMEMORACIÒN MIA.
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La misa es nosolo una conmemoración, es una representación viviente del sacrificio de la Cruz. Diapositiva 25.
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El calvario pertenece a todos los tiempos y a todos los lugares.
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La cruz fue fijada ante los ojos de los hombres para detener a los despreocupados, atraer a los aturdidos, levantar a los mundanos.
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Cada corazón es un calvario, cada pecado un leño.
PARTES DE LA MISA:
1 PRIMERA PARTE primera Palabra: EL CONFITEOR
Lucas 23:34 (RVR1960)
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen: Es una súplica de perdón por nuestros pecados; Oración; yo confieso, Entonces él haya una excusa para el perdón, nuestra IGNORANCIA.
Ningún hombre puede mirar al crucifijo y decir que el pecado no es grave como tampoco puede decir jamás que no puede ser perdonado. Por lo que sufrió demostró la gravedad del pecado; por el modo como lo sufrió mostró su misericordia para con el pecador.
La palabra “perdónales” que salió de la cruz, este día, cuando el pecado alcanzo su máxima violencia y cayó derrotado por el amor.
Los sucesores de los apóstoles tienen hoy el poder de perdonar, nos preguntamos, ¿Cómo puede un hombre perdonar los pecados?, sabemos que el hombre no puede perdonar los pecados, pero Dios puede perdonarlos por medio del hombre, este fue el modo como Dios perdono a sus verdugos en la cruz, esto es atreves del instrumento de su naturaleza humana.
SEGUNDA PARTE. Segunda Palabra.
EL OFERTORIO
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23: 42, 43).
En el momento en que Nuestro Señor se estaba ofreciendo a su Padre Celestial como gran Hostia, une consigo en la patena de la Cruz, la primera Hostia pequeña ofrecida en la Misa, Hostia de un ladrón arrepentido. Nuestro Señor no sufre solo en la Cruz, sufre con nosotros. Hagamos lo que hizo el buen ladrón, esto es, que nos incorporemos a él en la Cruz, para que participando de su crucifixión, podamos también participar de su resurrección.
Una gran cruz se alza ante nosotros en la cual esta tendida la Gran Víctima Cristo, alrededor de la colina del calvario están nuestras pequeñas cruces, en las cuales nosotros las pequeñas Hostias, vamos a Ofrecernos, en unión con El, como una oblación pura, al Padre Celestial.
TERCERA PARTE; Tercera palabra SANCTUS
Juan 19:26-27 1960 (RVR1960)
26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Jesús ahora hablaba a los santos; María su Madre y Juan su discípulo. Jesús iba a la cruz como víctima, y cada víctima debe ser santa: “Santo, Santo, Santo” Cinco día después de la entrada triunfante a Jerusalén llega el Sanctus de la Misa.
Como Eva y Adán formaron su descendencia natural, así Cristo y su Madre formaron en la cruz su espiritual descendencia. Nosotros somos hijos de María, ¿Y porque nos la dio Nuestro Señor como Madre?, Porque conoció que jamás seriamos santos sin ella, No hay santidad sin María. Ellas es la mediadora de todas las gracias, del perdón y de la misericordia, como por ella nos vino el mismo Jesús.
Cuando María ve un niño inocente en la mesa de la primera comunión, o un pecador arrepentido caminando hacia la cruz, o un corazón deshecho rogando, ella, María escucha de nuevo aquella palabra: “Mujer he ahí a tu hijo”
CUARTA PARTE; Cuarta Palabra. LA CONSAGRACIÓN
MATEO 27:461960 (RVR1960)
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Fue el grito de la expiación por el pecado. El pecado es la separación, el divorcio, el original divorcio de la humanidad con Dios, del cual se han derivado los demás pecados. El quiso sentir en sí el efecto del pecado una terrible sensación de abandono y soledad se apodero de él. La soledad de vivir sin Dios.
QUINTA PARTE. Quinta Palabra. LA COMUNIÓN.
Juan 19:28-29 (RVR1960)
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.
Nuestro Señor estaba sediento de las almas y los corazones de los hombres, tuvo sed del hombre cuando le llamo a la amistad con su Divinidad en el jardín del Paraíso, tuvo sed del hombre cuando trató de ganarse los corazones extraviados de los hombres manifestándoles los secretos de su amor, tuvo sed del hombre en la Encarnación, cuando El se hizo uno con el amado y fue visto en la forma y en traje de hombre.
Los hombres fueron hechos por Dios, por lo tanto no pueden sentirse jamás felices hasta que encuentren el descanso en el señor.
La base de esta súplica de comunión es el amor, porque el amor por su propia naturaleza tiende a la unión, unidad basada en la encarnación; esto es la unidad de todos los hombres en el cuerpo y la sangre de Cristo. Y por eso para sellar su amor por nosotros Dios se nos da a sí mismo en la santa comunión.
Cuando hablamos de la comunión con Dios en la Eucaristía, es porque literalmente recibimos vida Divina, tan real y verdadera; como el niño recibe la vida de su madre, un puro regalo del todo misericordioso Dios, que nos amo tanto, que quiso unirse a nosotros, no con los lazos de la carne, sino con los lazos inefables del Espíritu, donde el Amor no conoce hastío, sino únicamente éxtasis y gozo.
SEXTA PARTE. Sexta Palabra. TODO ESTA CONSUMADO
Juan 19:30 (RVR1960)
30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Nuestro Señor profiere un grito de triunfo ‘ESTA CONSUMADO’; está terminada la obra de la salvación. Todo empezó desde la eternidad, cuando Dios quiso hacer al hombre, desde el principio del mundo, existió la divina “IMPACIENCIA” por atraer al hombre a los brazos de Dios. El ha terminado el modelo de la cruz, pero nosotros debemos troquelarnos en ese molde, su sacrificio se ha hecho nuestro sacrificio al juntar nuestra oblación con la suya.
Lo que se hizo en el calvario nos aprovecha solamente en la medida en que lo repitamos en nuestras propias vidas. En la misa, al renovarse el calvario en nuestros altares, somos participantes en la redención.
El nos dijo:
Juan 12:32 (RVR1960)
32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
Termino su Obra cuando fue levantado en la cruz; terminamos la nuestra cuando le permitimos atraernos a Él en la Misa.
PARTE SEPTIMA. Séptima Palabra. EL ULTIMO EVANGELIO
Lucas 23:46 (RVR1960)
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
El hijo vuelve al padre, como el hombre vuelve al barro, así un día el alma del hombre, que vino de Dios, debe un día volver a Dios. Ante el trono de Dios de quien vinimos a nuestro noviciado terrenal, debemos comparecer un día a rendir cuentas de nuestro servicio.
Hemos sido enviados a este mundo como hijos de Dios para asistir al Santo Sacrificio de la Misa. Debemos ocupar nuestro puesto a los pies de la cruz, y como los que junto a ella estuvieron el primer día, habremos de dar cuenta de nuestra fidelidad.
Ahora que acabo la Misa y ha entregado su espíritu al Padre se dispone a devolver su cuerpo a su santísima Madre bendita a los pies de la Cruz. El fin será el principio; porque en el principio de su vida ella lo meció en sus brazos en Belén y Ahora en el Calvario El ocupara su puesto en ellos.
Así también cuando haya terminado nuestra peregrinación terrena y volvamos a nuestro principio, Dios mirara nuestras dos manos, si en la vida se juntaron con las de su Divino Hijo, llevaran las mismas marcas lívidas de los clavos. Si nuestros pies caminaron el mismo camino que lleva a la eterna gloria, a través de un descarnado y espinoso Calvario, ostentaran las mismas llagas, si nuestros corazones latieron al unísono con el suyo, también mostrara el costado herido que atravesó la dura lanza de la envidia humana.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu: Es la perfección de la Obra de la Salvación y el Ultimo Evangelio el retorno al Padre, de donde vino.
